¿Qué es la «calidad de vida»? ¿Qué es una vida que vale la pena vivir? ¿Quién lo decide?
«Calidad de vida» es un término que suelen utilizar los veterinarios cuando intentan determinar la necesidad de aliviar el sufrimiento de nuestras mascotas, y el momento adecuado.
Estoy seguro de que muchos de ustedes han sufrido el dolor insoportable de tomar lo que se conoce como la «decisión más amable». Se trata de ese momento en el que debe despedirse cálidamente de su mejor amigo animal.
Esa decisión solemne que uno toma cuando ya no hay mucha esperanza. Ese momento de puro desasosiego y desolación.
Sin embargo, mientras que la sociedad reconoce esa «calidad de vida» de nuestros animales de compañía, los animales de granja criados en fábricas para producir la llamada carne «barata» son objeto de escasa consideración. Nunca antes ha sido tan importante comprender los problemas relativos al bienestar animal que se ocultan tras los envases higienizados y bien diseñados de la carne, la leche y los huevos «baratos».
Condiciones de vida en una granja industrial
No todo el mundo tiene la oportunidad de visitar una granja de ganadería intensiva. A lo largo de mi carrera en Compassion in World Farming, me he marcado como prioridad ver tantos tipos diferentes de estas granjas como sea posible para poder compartir mejor la realidad con los demás.
Comienza con el olor que te quema las fosas nasales y te da ganas de vomitar. Después, ves cientos, miles, a veces decenas de miles de criaturas sensibles cruelmente hacinadas en oscuros establos, muchas sufriendo en espantosas jaulas no acondicionadas. Jaulas que son demasiado pequeñas para girarse o batir las alas. Estos animales cautivos muestran un comportamiento repetitivo. Hacen cosas sin sentido una y otra vez para aliviar el aburrimiento y la frustración. Se les oye masticar los barrotes de la jaula o chillar cuando sus compañeros de jaula les muerden o les pican.
He mirado a los conmovedores ojos de cerdos en jaulas de cobertizos mugrientos, sin luz solar y en las que se les hace mirar a la pared. Pollos con la piel desnuda y sin ánimo en jaulas no más grandes que una hoja normal de papel. Terneros que fueron arrebatados a sus madres sin tiempo para establecer un vínculo con ellas. Ganado en comederos sin hierba, hundido en su propio estiércol intentando esconderse del calor abrasador y de los enjambres de moscas. Y salmones migratorios infestados de piojos y llagas, en una jaula marina con otros 50 000, nadando en círculos interminables como animales de zoo enloquecidos.
Son imágenes, olores y sonidos que nunca se olvidan. Para mí, son imágenes del sufrimiento animal que me atormentan y me motivan al mismo tiempo. Para hacer que esto termine. Ya basta.
Animales como máquinas
Donde se ve más claramente nuestra tendencia a tratar a los animales de granja como máquinas es en el uso que hacemos de la selección genética para mejorar a los animales con el fin de conseguir tasas de crecimiento cada vez más rápidas y mayores rendimientos. Esto provoca problemas dolorosos, como cojera y mastitis en las vacas lecheras, aumento de la mortalidad de los lechones, trastornos en las patas e insuficiencia cardiaca en los pollos de engorde, hambre crónica en las reproductoras y fracturas óseas en las gallinas.
A todos los efectos, estos animales criados en granjas industriales no viven, sino que meramente «existen» desde el momento en que nacen.
Su «calidad de vida» ni siquiera es tema de conversación.
No tiene por qué seguir siendo así.
La realidad y el desperdicio
La ciencia del bienestar animal reconoce cada vez más que el bienestar de los animales de granja significa que tengan la oportunidad de disfrutar de sus vidas. Una «buena vida» significa que deben satisfacerse todas sus necesidades conductuales, físicas, medioambientales y mentales.
Pero en las granjas industriales eso simplemente no es posible.
Tanto sufrimiento y luego tanto desperdicio. Cada año se desperdicia el equivalente en carne de 15 000 millones de animales. Desechados. Abandonados hasta que se pudren. Es un escándalo y una tragedia indescriptible.
Diez razones para acabar con la ganadería industrial
Respire hondo antes de leer los hechos y las cifras que figuran a continuación:
- Cada año se llega en todo el mundo a la asombrosa cifra de 92 000 millones de animales de granja para obtener alimentos. Por cada mil millones de habitantes del planeta, se producen más de 10 000 millones de animales al año para obtener carne, leche y huevos.
- En la actualidad, dos de cada tres animales de granja del mundo (50 000 millones/año) se crían en granjas industriales. Es la principal causa de crueldad animal del planeta.
- La carne que se produce en granjas industriales suele tener más grasas saturadas y menos proteínas que la carne de animales que se han criado con un mayor bienestar.
- Alrededor del 40 % de la cosecha mundial, suficientes calorías para mantener a 4000 millones de personas, se destina a la alimentación animal.
- Las granjas industriales desperdician alimentos: por cada 100 calorías que se suministran a los animales criados industrialmente, se recuperan 30 calorías en forma de carne. Eso supone un desperdicio neto del 70 % del valor alimentario.
- Aproximadamente una quinta parte de las capturas mundiales de pescado en peso, pero alrededor de la mitad en número, nunca llega a una boca humana: en su lugar, se tritura y se utiliza como alimento para peces de piscifactoría, cerdos y aves de corral.
- A nivel mundial, cada año se tala una superficie de bosque de aproximadamente la mitad del tamaño del Reino Unido, principalmente para la alimentación animal y la ganadería.
- La ganadería industrial es una de las principales causas del declive de la vida salvaje en todo el mundo, ya que provoca la desaparición de aves, abejas y mariposas, además de afectar a especies emblemáticas, como los jaguares y los elefantes.
- La ganadería genera más emisiones de gases de efecto invernadero que los tubos de escape de todos los aviones, trenes y coches del mundo juntos.
- Las granjas industriales son un caldo de cultivo para enfermedades como la gripe aviar, debido al estrés y al hacinamiento. Alrededor de dos tercios de los antibióticos que se utilizan en el mundo se emplean en animales de granja, principalmente para evitar enfermedades intrínsecas de la ganadería industrial.
Pase a la acción
En nuestro mundo moderno, nunca ha sido más urgente el poder curativo de la compasión y la bondad. Si este artículo le ha conmovido, le insto a que ayude a Compassion in World Farming a acabar con la ganadería industrial. Dedique un minuto a firmar nuestra petición de la campaña END.IT. Su firma nos permitirá hacer campaña, concienciar y crear un cambio significativo para millones de animales en todo el mundo. Muchas gracias.